Ética y Arquitectura

Siempre me ha parecido interesante atracar la arquitectura como herramienta de potenciación de la percepción humana, balanceándose entre: enriquecer al ser humano inconsciente de ello y el punto de poder llegar a convertirse en una herramienta de control. Cuidado con esto último!

Los espacios, queramos o no, nos hacen sentir, y es responsabilidad del arquitecto que estos sentimientos sean gratos. Me gusta tratar la arquitectura es el arte de hacer sentir al observador.

Santuario de Aranzazú. (Oiza + Oteiza)
Llevo madurando esta idea varios años. Todavía no puedo exteriorizar organizadamente la tormenta de ideas que habita en mi cabeza pero me gustaría transmitir el inicio de ésta...

Fue viendo una charla de la maravillosa de Cordelia Fine (escritora canadiense interesada en neurociencia y psicología) cuando no pude evitar transponer sus experimentos al campo de la arquitectura.

En esta charla, Cordelia nos contaba cómo, mediante diversos experimentos, persuadían a un público anónimo para consumir una bebida desconocida entre dos. El objetivo que la ponente persiguió era debatir entre los asistentes si es lícito o no utilizar EMTR ( Estimulación Magnética Repetitiva Transcraneal) en pacientes con determinados problemas clínicos. Pese a no sonar mucho a arquitectura, yo lo vi la conexión inmediatamente y aunque no os voy a contar el contenido de la nombrada charla, pues prefiero que la veáis vosotros, lo que sí que quiero es compartir lo que me evocó y cómo, volviendo al inicio, siento que los arquitectos tenemos una responsabilidad comunicativa de la que no siempre somos conscientes.

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